¿Sabías que en el año 70 el azúcar y las golosinas se consideraban alimentos?
Así es, y es que desde que tenemos la necesidad de cubrir nuestra ingesta con lo mejor de lo mejor y lo último del mercado, la industria esta allí para asegurarse cumplir con nuestros deseos. Por este y demás motivos económicos de los que no hablaremos en este post, empresas como Bimbo en el 1974 fabrica Bucaneros, un pastelito icónico en México y varios países Latinoamericanos, bajo el lema: “la golosina que alimenta”.

Un mensaje fácil, sencillo y dirigidos a los padres quienes basaban sus elecciones según la innovación, avances tecnológicos y modernidad que empezaba a traer consigo la industria agroalimentaria para reforzar los valores familiares tradicionales centrados en la salud de los niños.
Una publicidad en donde vemos alegremente unos ingredientes introducirse en el paquete para hacer la combinación perfecta de lo que se consideraba un "alimento".
Con slogans como: "Alimenta tu vida" o " Te da energía que se nota", buscaban asociar sus productos al bienestar de los niños, alineados con la percepción general de salud en esa época.
Otros productos icónicos en países de América le sucedieron en ventas a partir de ese año: el Gansito Marinela, Submarinos y los amados Pingüinos.
¡Hasta yo en mi infancia amaba los pingüinos Marinela y entraba en discusiones sobre cual de los tres productos estrellas era el mejor de la marca!

Teniendo en cuenta que la publicidad se ha adaptado a las necesidades nutricionales evolutivas de aquello que demandamos, esto quizás pudo ser un condicionante para que se empezara a creer que el azúcar era necesario en la salud y el desarrollo de nuestros hijos.
Y es que tanto en EEUU como en Latinoamérica el azúcar formaba parte de los nutrientes hasta aproximadamente el 2016, año en el que se empezó a regular los etiquetados.


Aun así, en EEUU hasta el 2021 se les permitió seguir utilizando el azúcar como “nutriente” a pequeñas empresas con bajo volumen en producción y/o distribución cuya facturación fuese menor de 10 millones de dólares en ventas anuales (1). ¡Casi nada!
Mientras tanto, en varios países de Latinoamérica se genero un debate sobre el impacto en salud publica que podían ocasionar la importación de estos productos de empresas Norteamericanas. Por lo que, desde entonces adoptaron estrategias de etiquetado. Chile pionero en este objetivo, obligo a utilizar sellos de advertencias que alertaban sobre lo perjudicial que puede ser el producto seleccionado según el exceso de azúcares, grasas, sodio, etc.. Países como Perú, México, Argentina o Colombia le siguieron como forma de protección al consumidor, limitando la entrada de alimentos con estándares menos estrictos.

Ahora sabemos que el azúcar añadido no solo no alimenta si no que, la ciencia ha demostrado que es perjudicial para la salud y un factor de riesgo para enfermedades como la obesidad y diabetes tipo II.
Sin embargo, la falta de educación alimentaria sigue siendo precursora de que el consumidor vea con cierta complejidad y falta de claridad el etiquetado de algunos alimentos ultraprocesados, especialmente después de que la publicidad promete beneficios tras su consumo, lo que no hace más que poner entredicho la confianza del individuo con respecto a la ciencia y la nutrición.
Después de todo, si dice que tiene vitaminas y minerales. ¿Por qué nos mentirían?.
Fuente:
FDA. Food and Drug Administration. Changes to the Nutrition Facts Label. Silver Spring (MD): FDA; 2016 [Actualizado el 28 de marzo de 2024]. Disponible en: https://www.fda.gov/food/nutrition-food-labeling-and-critical-foods/changes-nutrition-facts-label.
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